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Lucía tiene la piel blanca y los ojos oscuros. Se pinta de rojo las uñas de los pies. Hoy ha ordenado su casa y preparado algo de comer.
La semana pasada fue de compras y hoy estrenará su ropa nueva.
Se ha sumergido en la bañera con miel y canela. Sabe que él la desea.
Le gusta tomarse el tiempo para disfrutar estos momentos, desde antes del principio.
Sabe que hoy él la llamará. Ha preparado este momento con minuciosa precisión.
Cada mirada, cada palabra, cada silencio. Durante 3 meses cada viernes, cuando se presentaba en el club avanzaba un poco más.
Todo en ella está cuidadosamente escogido para seducirlo. Su perfume, el suave escote, su aire cándido e indiferente lo hacen desearla cada vez más.
En una ocasión, durante un baile, él le susurró al oído que había dos cosas en ella que lo hacían imaginar más allá de la cuenta- Ella sólo le regaló una fresca carcajada.
Lucía terminó su baño, salió de la tina como en una escena holywoodense de los 50. Miró sus curvas en el espejo y se motivó imaginando las caricias que vendrían.
Comenzó lentamente poniendo crema en todo su cuerpo. Con los ojos cerrados inspiraba profundo dejando que el suave aroma erotizara su piel.
Había escogido la ropa interior pensando en él. Ella siempre prefirió la ropa más sobria, pero esa noche la intención era dejar el pudor.
Todo en su lugar, medias negras, tacos altos, planchado el pelo y depilado lo necesario.
Suena el celular
-estoy abajo
Nunca pensó que las clases de tango traerían tantas emociones a su perna vida.